BmasC Arquitectos

Casa Mayo Memoria

« Volver a Casa Mayo
“Mi casa, es diáfana pero no de vidrio. Es más bien de la misma naturaleza que el vapor. Sus paredes se condensan y se relajan según mi deseo. A veces, la estrecho en torno mío, como una armadura aislante...Pero otras, dejo que los muros de mi casa se expandan en su espacio propio, que es la extensibilidad infinita. La geometría se trasciende.” George Spyridaki

La edificación se asienta en una parcela totalmente plana, imagen y continuidad de los terrenos morañegos de la meseta castellana que la rodean.

El hecho de que la arquitectura pertenezca al lugar, hace que éste la condicione y singularice. En este caso estamos ante un paisaje que se modifica con el tiempo, con el paso de las estaciones, con la variación del clima, en definitiva, con el ritmo que marcan los cultivos…

En Agosto, los volúmenes de las pacas de paja van poblando las llanuras de los alrededores, las llamadas “eras”.

Surgen formas singulares, rotundas, al igual que es rotunda la presencia continua de la línea horizontal. Ante estos hechos la vivienda se configura formalmente como un juego de volúmenes congelados en el tiempo asentado uno sobre otro. Recoge su carácter de vivienda de uso temporal al plasmar la instantaneidad del gesto de esa recogida de cosecha.

Del total de las 24 horas:
18 horas corresponden al día acompañando a las zonas estanciales diurnas donde los espacios envueltos por el vidrio crecen.
6 horas corresponden a la noche, los dormitorios como pequeñas celdas en las cuales los huecos disminuyen y juegan hasta conseguir la dimensión apropiada en estos espacios.

La vivienda es simultáneamente celda y mundo, centro de recogimiento y, al mismo tiempo, lugar que se abre al mundo. Las ventanas, ocupando en determinadas localizaciones el espacio destinado a muros, comunican el microcosmos transparente del espacio interior con la amplitud del paisaje y del cielo, no oponiendo ninguna resistencia a los ojos. El espacio parece unirse con el universo, aunque está cerrado y descansando en sí mismo.

Una vivienda formada por pequeños coágulos de la realidad que imponen en el tiempo la experiencia de los acontecimientos de un solo día.

Una tapia limitará la parcela de la meseta, domesticando el entorno inmediato a la vivienda, creando una oasis potencial, un lugar a la sombra, un claustro. Sin embargo, siempre existirá la dualidad: desde la planta superior se busca el horizonte castellano, atrapándolo, como si de un lienzo de Benjamín Palencia se tratara.

Su configuración prismática y clara se refleja tanto en la planta de la vivienda, la cual se traza en tres bandas en planta baja y sobre ellas perpendicularmente la planta superior; como en la urbanización exterior con tres zonas perfectamente delimitadas; el acceso rodado, el jardín verde y el jardín de grava.

La vivienda se distribuye en usos desde la planta baja ubicando en esta el vestíbulo principal con la escalera de acceso al estudio de la planta superior, el salón abierto al patio verde, la cocina conectada con el salón, el pasillo de servicio y el cenador y la zona de dormitorios, baño y aseo volcadas a su interioridad conectándose puntualmente con el jardín de grava.

Los vacios y llenos impregnan en una seriación toda la volumetría de la vivienda, variando desde los más amplios en las zonas de día hasta los minúsculos y juguetones huecos de las zonas de noche.

La materialidad de estas ideas se consiguió uniendo el manejo de muros de carga revocados propios de la zona con superficie de vidrio, utilizando el aluminio anodizado natural y la madera como hilvanes de estos.